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domingo, 31 de agosto de 2014

LEYENDA URBANA TITULADA Nunca Ayudes a un Desconocido

¿Es aconsejable ayudar a alguien que necesita nuestra ayuda? Nuestro instinto nos dice que debemos ayudarnos los unos a los otros. Pero a veces sin saberlo nos podemos poner en peligro o caer en una trampa…
La Segunda Guerra Mundial había acabado, pero el daño que habían causado los alemanes durante la ocupación y sobre todo durante su repliegue tras perder la Batalla de Normandía había dejado al pueblo francés en la más absoluta miseria. Con muchos de sus cultivos incendiados y sin casi ganadería, comer se había convertido en un privilegio al que sólo unos pocos podían aspirar.
En medio de este caos acceder a un trozo de carne o un huevo era casi imposible y sólo en el mercado negro se podía conseguir un alimento fresco que llevarse a la boca. Por supuesto sus desmesurados precios eran controlados por un grupo de gente sin escrúpulos que eran capaces de ver morir de hambre a sus compatriotas con tal de aumentar su fortuna. No es por eso extraño que se pagaran relojes de oro, joyas heredadas generación tras generación u obras de arte por un simple mendrugo de pan.
Monique, la protagonista de esta historia, no era ajena a la situación. Durante la ocupación se había visto obligada a “ofrecer” sus encantos femeninos a los soldados alemanes para poder comer. Por este motivo entre una multitud de gente casi famélica, por un hambre prolongada durante meses (si no años), Monique destacaba por su lozanía y por tener algún kilito de mas, algo totalmente inusual y que la hacía verse más atractiva que la mayoría de las mujeres de su edad. Monique sabía que esa era su mejor arma para seguir consiguiendo comida, pero la situación se había vuelto tan tensa que ya nadie parecía requerir sus “servicios”, preferían comer, que su compañía.
Un poco angustiada por el hambre, que por primera vez empezaba a sufrir desde que comenzó el conflicto, recorría el mercado buscando alguien a quien poder “convencer” para que le diera una pieza de fruta o un trozo de pan. Algo de carne era algo impensable ya que el único puesto que aún la despachaba tenía unos precios prohibitivos y sus distribuidores parecían inmunes a sus encantos. Mientras miraba con la boca hecha agua como fileteaban un trozo de carne para un señor que había ofrecido como pago un collar de oro un viejecito cayó casi a sus pies.
La turba de gente que se agolpaba junto al puesto de carne había empujado al anciano, quien había recibido un fuerte golpe en la cadera y parecía no poder levantarse. Tal vez la moral de Monique no fuera la más adecuada, pero sin duda la chica tenía un gran corazón y como un resorte se agachó a ayudar al señor para ayudarle a levantarse.
El viejecito aún dolorido le pidió que le ayudara a salir de allí y le guiara hasta unas escaleras que habían cerca para poder sentarse un rato.
- Muchas gracias por tu ayuda jovencita, parece que el hambre le hace olvidar a la gente el respeto por sus mayores.
- Esto es un verdadero caos – dijo Monique – no debería acercarse a ese maldito puesto de carne, las personas se vuelven como animales cuando empiezan las pujas.
- Pero si no me hubiera acercado ahora no tendría esto – dijo el anciano mostrando un paquete con aproximadamente un kilo de carne.
Los ojos de Monique se abrieron como platos, no había visto la carne tan cerca en semanas.
- ¿Cómo te llamas jovencita? – dijo el señor que esbozaba una maliciosa sonrisa mientras Monique tenía los ojos clavados en la comida.
- Monique – dijo sin apartar su mirada de la carne.
- Hagamos un trato Monique – dijo el viejo que sabía que la chica había picado su anzuelo- Si me ayudas a llevar este trozo de carne a mis hijos que viven cerca de aquí, te prometo un filete para ti sola. Al fin y al cabo un favor se paga con otro y yo casi no puedo caminar con el dolor que tengo en la cadera.
Monique que no podía salir de su asombro por tan gentil oferta sólo acertó a asentir con la cabeza mientras miraba al anciano. Este le extendió el paquete y le pidió que esperara un momento mientras escribía en un papel que metió dentro de un sobre que posteriormente cerró.
- Ya de paso aprovecho para que le entregues esta carta a mi hijo Matías – dijo el viejo quitándole importancia – si no, no se va a creer que te he prometido un trozo de carne por el encargo jeje.
Tras despedirse del señor, que aún se sujetaba la cadera con la mano en un claro síntoma de dolor, Monique se dirigió hacia la dirección indicada. Quedaba al otro lado de la plaza, cruzando el mercado, pero algo le perturbó cuando había avanzado sólo unos metros. Uno de los vendedores en el puesto de carne parecía esbozarle una sonrisa, pero no una de esas que le regalaban los hombres para ganarse sus favores, había algo perverso o malicioso en ella. Bajó la cabeza un poco asustada y como si su instinto femenino le avisara sintió que algo raro estaba pasando. Se giró para mirar al anciano pero allí ya no había nadie ¿cómo podía haberse ido tan rápido y escasos segundo antes no podía ni levantarse?.
Continuó su camino hacía la dirección marcada pero había algo en su interior que le decía que tuviera cuidado, una especie de intuición o sexto sentido que le pedía que saliera corriendo y nunca entregara esa carne. Pero como ya habíamos dicho, Monique era una chica honesta que se veía incapaz de robarle a un anciano y a pesar de su miedo, prosiguió con su encargo.
Pero algo la detuvo una vez que llegó al lugar marcado, la dirección exacta estaba en un oscuro y recóndito callejón que quedaba oculto de la mirada indiscreta de todo el que paseara por la calle principal. Ligeramente asustada por la idea de que el viejo hubiese ideado un plan para violarla. Decidió que lo mejor era no arriesgarse, así que ofreció una moneda de pequeño valor a un muchacho de la calle para que terminara el encargo.
Le esperaba en la esquina mientras observaba como el chiquillo llamaba a una sucia puerta de madera en la que se abrió una mirilla por la cual un hombre se asomó para ver quien había llamado y comprobar que no hubiera nadie más con él.
- ¿Es usted Matías? – dijo el chico- su padre le envía esta carta y este paquete de carne.
El hombre no le hizo esperar, abrió la puerta con la intención de recibir el paquete. Pero para sorpresa de Monique, que observaba todo desde la distancia, no agarró el paquete de carne, si no que sujetó fuertemente la muñeca del muchacho y de un tirón lo metió dentro de la casa cerrando la puerta con fuerza. Se comenzaron a escuchar gritos que fueron acallados en pocos segundos…
El bullicio ensordecedor de la plaza había silenciado al pequeño. Pero Monique había sido testigo de todo, así que gritando se dirigió a un par de militares que sabía que siempre vigilaban que todo estuviera en orden cuando el mercado se abría.
- ¡Por favor ayuda, acaban de secuestrar a un niño! – dijo Monique mientras tiraba del brazo de uno de los soldados guiándole hacia el lugar.
En menos de un minuto los militares se encontraban golpeando la puerta del lugar en el que había desaparecido el niño. Un fuerte alboroto se escuchó en el interior del edificio, un par de hombres vociferaban y golpeaban la puerta desde el interior, parecía que estaban colocando muebles y otros objetos pesados para evitar que se abriera con las patadas de los soldados. De repente el ruido cesó y segundos después, por una de las ventanas que habían en el tejado apareció un hombre que velozmente saltó al edificio cercano y desapareció de la vista de Monique, quien gritando avisaba a los militares que estaban escapando por arriba. Un segundo hombre salió y los soldados advertidos por Monique le dispararon, uno de los disparos le acertó en pleno corazón y cayó rodando por el tejado hasta el vacío, golpeando el suelo con un golpe atronador a unos metros de Monique.
Tras un par de minutos, los militares se cercioraron de que nadie mas saliera por la ventana y regresaron a la puerta, que empezaron a golpear con más insistencia hasta que consiguieron abrirla lo suficiente para apartar los muebles con los que los delincuentes habían formado una barricada temporal que impedía acceder al edificio.
Cuando consiguieron entrar se quedaron estupefactos, uno de ellos tuvo que salir inmediatamente mientras vomitaba, su estómago no pudo soportar el presenciar tan macabro espectáculo.
De un gancho colgaba el niño boca abajo con la garganta degollada, un cubo debajo recogía toda la sangre. A escasos metros había una mesa que parecía usarse para separar la carne del hueso y donde se podían ver restos humanos como pies, manos y una cabeza. Junto a unos cuchillos ensangrentados habían varios montones de carne humana que ya estaba lista para ser empaquetada.
Mientras, Monique, ajena al matadero humano que habían visto los militares se acercó al hombre abatido por los disparos, al mirarle más de cerca le reconoció como uno de los hombre que despachaban carne en el mercado. Pero lo que más le llamó la atención fue que de uno de sus bolsillos asomaba el sobre que le había entregado el anciano. La mujer se agachó y tras recogerlo decidió abrirlo, en su interior encontró escrito lo siguiente:
“Esta es la última que os envío hoy, las ventas van mejor que nunca”
Por supuesto cuando los soldados fueron al puesto de carne ya no quedaba nadie allí, seguramente el hombre huido había conseguido avisarles.
NOTA: Son muy comunes las leyendas urbanas que nos alertan de ayudar al prójimo y mucho más cuando se trata de alguien desvalido como un niño o un anciano que parece salir de ninguna parte y nos guían a algún lugar desolado. Aún a día de hoy es habitual escuchar que a una amiga de un amigo la violaron por ayudar a un niño perdido que acabó llevándola a un callejón o una mujer pidiendo socorro que acabó robando a la persona que la auxiliaba. ¿Realidad o leyenda? Sin lugar a duda me aventuraría a decir que en más de una ocasión se hizo realidad.







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sábado, 9 de agosto de 2014

PARAPSICOLOGIA Y LA MALDICION DEL EDIFICIO DAKOTA

En Nueva York, en la calle 72 con Central Park West, se alza el maléfico Dakota Apartments, el edificio de viviendas más estrechamente vinculado con prácticas de magia negra, satanismo, brujería y muerte. En este siniestro edificio han tenido lugar los hechos más espeluznantes del mundo de lo oculto, que curiosamente se encuentra situado enfrente de las oficinas de la American Society for Psychical Research (ASPR).
A principios del siglo XX estuvo viviendo en el edificio Dakota el famoso mago negro Aleister Crowley. Éste, considerado el hombre más perverso del mundo, llevó a cabo varios rituales de magia negra dentro del edificio, los cuales engendraron un núcleo de fuerzas mágicas maléficas que todavía hoy perduran.
Por la misma época estuvo viviendo (cuando no estaba en Hollywood) el actor de cine de terror Boris Karloff, el cual participó en impresionantes veladas de espiritismo donde se invocaba a los más atormentados entes espirituales. A estos apartamentos acudieron potencias etéricas de seres desencarnados en busca de ayuda para encontrar la Luz Eterna. Cuando murió Karloff hubo fenómenos de poltergeist y su persona se manifestó en el lugar mediante su presencia fantasmal, que fue visto y oída por diversos inquilinos que huyeron despavoridos del edificio.
Se dice que el sumo sacerdote de la brujería JICA inglesa, Gerald Brossau Gardner, se alojó en este edificio cuando visitó Nueva York. En él celebró ritual mágico invocadores de las potencias ocultas de la Naturaleza. Precisamente, Polanski se inspiró en este personaje para moldear las características del brujo maléfico coprotagonista de la película La semilla del Diablo ().
Rosemary’s Baby.
En 1967, el director cinematográfico Roman Polanski filmó, en el edificio Dakota, La semilla del Diablo, película que convirtió en monumento al trinomio brujería, satanismo y magia negra, que tan caro le costó al director. En la película se desvelaba el modus operandi de la brujería moderna, y para su rodaje se instaló en el edificio el asesor ocultista de la película, que era nada menos que el mago negro Antón S. Lavey, fundador de la Iglesia Satánica norteamericana.
Durante el rodaje, en el edificio Dakota tuvo lugar todo tipo de extraños accidentes que diezmaron al equipo. En este edificio se produjo el desequilibrio nervioso de la actriz protagonista Mia Farrow y la ruptura de ésta con Frank Sinatra. La película convirtió al Dakota en foco de atención al desvelarse por la prensa las connotaciones mágicas y ocultas que el edificio poseía. Diversos grupos de practicantes de la magia negra y de sectas satánicas se congregaron ante el edificio Dakota para amenazar a Polanski y su equipo e impedir que la película se llevara a cabo, y evitar que su mundo oculto fuera revelado.
Entre los personajes que anatematizaron el asunto lanzando maldiciones se encontraba el tristemente célebre Charles Manson, apodado , el hombre que tiempo después y con varios miembros de su secta se encargarían de convertir en realidad las amenazas. En 1969 llevaron a cabo la matanza de Cielo Drive, en Hollywood, donde asesinaron a un grupo de personas, entre ellas a la actriz Sharon Tate, esposa de Polanski.
Predicción mortal
El 23 de agosto de 1980 se produjo una extraña circunstancia en una asombrosa predicción que ese día llevó a cabo el vidente médium Alex Tanous ante las cámaras de la televisión NBC. La predicción la hizo en los despachos de la American Society for Psychical Research, exactamente enfrente del edificio Dakota que él estaba viendo por laventana. El vidente presintió que en breve iba a ocurrir algo mortal frente al siniestro adificio y que tendría lugar en la misma puerta. Especificó que se produciría una muerte insólita y prematura de una famosa estrella del rock y añadió además que el personaje muerto sería un extranjero que residía en Nueva York y que su inesperada muerte conmocionaría al mundo.
La predicción se emitió por la NBC el 8 de septiembre de 1980 y exactamente tres meses después el famoso músico John Lennon moría asesinado a manos de un fanático en el lugar indicado. La increíble predicción se había cumplido.
Lo más inquietante es que aquel día los miembros de la American Society for Psychical Research, que curiosamente estaban evaluando un estudio estadístico sobre la existencia de los fenómenos de videncia, presenciaron en directo el asesinato de John Lennon desde la misma ventana en la que meses antes Alex Tanous había efectuado su predicción. Los investigadores psíquicos repasaron la lista que el vidente había dejado escrita, donde figuraban seis nombres de personas que iban a morir violentamente en poco tiempo, el primero de ellos era John Lennon. Después de esa demostración ya nadie podía dudar de la existencia de la percepción extrasensorial premonitiva, ni de que el edificio Dakota tenía una maldición.